• Noticia: La inflación en México correspondiente a la 1QEnero creció 3.33% a tasa anual, prácticamente en línea con el 3.35% esperado por GFB×+ (consenso: 3.25%). El índice subyacente* se ubicó en 3.83% a/a, arriba de nuestra proyección de 3.76%.
  • Relevante: Pese a acelerarse, se mantiene debajo del 4% a/a desde noviembre. Gran parte de la presión se originó en el índice no subyacente (energéticos), mientras que el índice subyacente se presionó en menor magnitud y se acentuaron las distorsiones al interior, a causa del recrudecimiento de la pandemia (confinamientos, cierres de comercios).
  • Implicación: La pandemia seguirá alterando las próximas lecturas de forma significativa, pero sus efectos se irán disipando conforme se normalice la actividad. Prevemos que la inflación cierre 2021 en 3.6% a/a, reconociendo riesgos al panorama (salario mínimo, agropecuarios, renuencia a bajar del índice subyacente). Si la variable y sus expectativas se mantienen contenidas, prevemos un recorte de 25 pb. en la tasa objetivo en febrero o marzo.

Ligera aceleración: contenida abajo del 4.0% a/a

Desde abril ‘20, es posible que los resultados del INPC hayan sido alterados por la escases de productos, cierre de comercios y ajustes en el levantamiento de precios, a causa de la situación sanitaria, que pudo acentuarse en enero ‘21.

Pese a acelerarse en la 1QEne, la inflación interanual se mantiene debajo del 4% desde noviembre. Quincena a quincena, destacó, por un lado, alzas en los precios de energía, dado el rebote en los precios internacionales del crudo, y de algunas mercancías, pues usualmente estas se actualizan al inicio del año; por el otro lado, bajaron los precios de servicios relacionados al turismo, dados el fin del periodo vacacional navideño y el efecto del confinamiento.

Subyacente sube; distorsionada por pandemia

Gran parte de la aceleración en la tasa anual vino del índice no subyacente (volátil), específicamente de los energéticos, que eclipsaron al menor dinamismo en el rubro de agropecuarios, que se desaceleró por quinta lectura.

La inflación subyacente se aceleró poco, y tocó su mayor variación anual en cinco quincenas. Sorpresivamente, servicios rebotaron, concretamente, aquellos distintos a vivienda y educación, posiblemente por distorsiones de la pandemia en el levantamiento de precios (cierre de comercios); respecto a las mercancías, alimenticias vieron un regreso parcial, probablemente gracias a los menores precios de agropecuarios, mientras que las no alimenticias volvieron a subir, lo que pudo seguir cambios en el patrón de consumo durante los confinamientos (mayor gasto en bienes) e interrupciones en las cadenas de proveeduría.

Pandemia seguirá distorsionando; inflación cerraría en 3.6% a/a

Las distorsiones por la pandemia se mantendrán en las próximas lecturas. El endurecimiento de las medidas para contener la propagación del virus implica, por un lado, que resurjan algunas obstrucciones en la oferta de bienes y servicios, mismas que se disiparán conforme la economía se vaya reabriendo; por el lado de la demanda, en los confinamientos, el consumo tiende a concentrarse en bienes y no en servicios, lo que induciría alzas en los precios de los primeros y bajas en los de los segundos; finalmente, el cierre parcial o total de comercios altera el proceso de levantamiento de los precios.

A lo largo de 2021, salvo por las lecturas de abril, a causa de un efecto estadístico, prevemos que la inflación se mantenga debajo del 4.0% a/a, sujeto a: i) un entorno de debilidad en la demanda, pese a mejorar parcialmente; ii) menor depreciación del tipo de cambio, aunque seguirá siendo volátil; iii) que se vayan disipando las obstrucciones en la proveeduría de bienes y servicios, condicionado a que se contenga la propagación del virus y se vaya normalizando la actividad económica; iv) una limitada recuperación en los precios de energéticos. Con ello, proyectamos que la variación interanual del índice de precios al consumidor cierre el año en 3.6%, aunque no ignoramos riesgos para dicho escenario, tales como: mayor efecto a lo esperado del ajuste al salario mínimo, presiones en alimentos (precios internacionales del maíz y trigo en máximos de siete años), renuencia a bajar de la inflación subyacente y contaminación de las expectativas.

Si la inflación y sus expectativas se mantienen contenidas en las próximas lecturas, y tomando en cuenta las bajas tasas de interés externas y la nueva composición de la Junta de Gobierno, consideramos probable que el Banco de México recorte en 25 pb. la tasa objetivo, ya sea en febrero o en marzo. Posteriormente, reconociendo que la evolución de la pandemia y otros elementos, tanto locales como externos, y sus efectos sobre la economía, la estabilidad financiera y los precios, es atípicamente incierto, el margen para un relajamiento monetario adicional es muy limitado.