¿Aterrizaje suave o caótico?      

El próximo año, aunque evitaría entrar en una recesión, la economía mexicana crecerá a un menor ritmo que en 2023. Lo anterior, conforme se resienten los efectos del menor crecimiento externo, particularmente en los EE. UU., y del apretamiento monetario.

Inflación bajará, sin llegar a la meta de Banxico

La inflación interanual seguirá cediendo, en la medida en la que se terminan de diluir los choques de años anteriores (pandemia, guerra en Ucrania) y la economía se enfría, pero sujeto a que las expectativas de precios continúen ancladas. Unos componentes del índice subyacente todavía mostrarán algo de renuencia a bajar, particularmente los servicios.

Banxico próximo a recortar tasa nominal

En su último comunicado, Banco de México adelantó que la tasa objetivo se mantendrá en su nivel actual “por cierto tiempo”. Si la inflación cede como se espera, la tasa de interés bajará con cierta gradualidad el próximo año, pero la postura monetaria se mantendrá en terreno restrictivo.

“Súper peso” no tan súper el próximo año

El tipo de cambio cotizará en niveles superiores a los actuales, asumiendo: i) menor diferencial de tasas Banxico-Fed; ii) episodios de aversión al riesgo en mercados financieros, en un entorno de menor crecimiento y mayor incertidumbre económica global; y, iii) volatilidad durante los próximos procesos electorales en México y los EE. UU.

¿Aterrizaje caótico, suave o perfecto?

Revisamos nuestra previsión de crecimiento del PIB para 2023 de 3.0% a 3.3%, incorporando la reciente información, la cual ha superado nuestras previsiones. Para 2024, también decidimos elevar nuestro pronóstico, a 1.9% desde 1.4% anterior. Esto último, sustentado, primero, por la inercia favorable de la economía mexicana al cierre del presente año; y, segundo, por el supuesto de un “aterrizaje más suave” –aunque no exento de turbulencias- de la actividad en los EE. UU.

Motor interno: Inercia positiva en consumo e inversión; bajarán velocidad

Niveles de desempleo en mínimos históricos y elevados niveles de confianza del consumidor son soportes para el consumo en el corto plazo. En adelante, proyectamos que la variable pierda algo de tracción. Primero, la desaceleración económica prevista para los próximos trimestres restaría brillo al empleo y la confianza. Segundo, la inflación iría bajando a un ritmo menor y permanecería relativamente elevada, erosionando el poder adquisitivo de los hogares. Tercero, las altas tasas de interés seguirían restringiendo el acceso al financiamiento para los hogares. Por último, la moderación en el empleo en los EE. UU. limitaría el crecimiento de las remesas.

La inversión fija bruta ha sido impulsada, por un lado, por los proyectos asociados al reagrupamiento de las cadenas de suministro (nearshoring); y, por otro lado, por la intención del Gobierno Federal de concluir sus obras insignia antes del final del sexenio. En el caso del reagrupamiento industrial, asumimos que será en los próximos años cuando se vean con mayor claridad sus efectos. Para la obra pública, estimamos altamente probable que el impulso vaya diluyéndose conforme se concluyan algunos proyectos insignia y al inicio de la siguiente administración, hacia el final de 2024. Por último, un entorno de altas tasas de interés, mayor incertidumbre económica y erosión en los márgenes de utilidad de las compañías típicamente restringen el crecimiento en la inversión.

Motor externo ya muestra señales de enfriamiento

Ha bajado la probabilidad de recesión en los EE. UU. Sin embargo, el sector de la vivienda –altamente sensible a las tasas de interés- se ha deteriorado, y, así mismo, la actividad industrial -especialmente la manufactura- enfrentó algunos tropiezos recientemente. Incluso, los indicadores oportunos del sector manufacturero apuntan a que el deterioro continuará en los próximos meses. Por su parte, el empleo y el consumo privado –especialmente en bienes durables- se han moderado en las últimas lecturas. Más aún, se espera que la economía estadounidense se desacelere algo más al cierre del presente año y en la primera parte del próximo. Ello impactará principalmente a las exportaciones mexicanas, pero también a la captación de remesas y a la llegada de viajeros al país.

En el mediano plazo, si el reagrupamiento en cadenas de proveeduría sigue favoreciendo la participación de México en el mercado estadounidense, estimamos que las exportaciones exhiban un dinamismo acelerado, y que, a su vez, aumenten los flujos de inversión hacia el país.

Tasas de interés comenzarían a bajar en 2024

La variación interanual del índice de precios al consumidor ha disminuido después de alcanzar 8.7% en septiembre de 2022, gracias a la dilución de las distorsiones que produjeron la pandemia y la guerra en Ucrania, y a la apreciación del peso mexicano. Estimamos que cierre el presente año en 4.5%, algo debajo del 4.8% proyectado originalmente; la previsión para el índice subyacente se mantiene en 5.2%.

Reafirmamos nuestro pronóstico 2024 para la inflación general y subyacente en 4.0 y 4.1%, respectivamente, pero reconocemos que el panorama todavía es incierto y enfrenta riesgos al alza. La inflación seguiría cediendo el próximo año, siempre y cuando las expectativas de precios se mantengan ancladas y la actividad económica se vaya desacelerando. Dentro del subyacente, algunos componentes, especialmente el de los servicios, seguirían exhibiendo cierta renuencia a disminuir, pues estos tienden a ajustarse con un mayor rezago que el resto y, además, son más sensibles a las presiones salariales.

Seguimos estimando que Banxico recorte la tasa de interés objetivo hasta 9-9.25% el próximo año. Por un lado, en su pasado anuncio de política monetaria, la Junta de Gobierno de Banxico anticipó que será necesario mantener la tasa objetivo en su nivel actual “por cierto tiempo”, cuando en comunicados previos había usado la frase “por un periodo prolongado”; además, en las minutas de la reunión, varios miembros de la Junta abrieron la puerta para un primer recorte en la tasa de referencia en el 1T24. Pese a ello, y ya que la inflación sigue por arriba de la meta del Banco Central y su panorama es complejo, es importante notar que la postura monetaria seguirá siendo restrictiva a lo largo de todo 2024.

Más probable que rebote a que baje más el tipo de cambio

El tipo de cambio exhibirá volatilidad en los próximos meses y difícilmente se mantendrá en los niveles actuales, que apuntan a una aparente sobrevaluación, medido por el tipo de cambio real efectivo. Pronosticamos para el cierre de año un rango de entre $17.7 y $18.1; y, para el siguiente, de entre $18.9 y $19.3.

En primer lugar, los mercados financieros se han ajustado recientemente, al incorporar la expectativa de que el Fed comience a bajar el objetivo de los fondos federales tan pronto como marzo o mayo próximos, y que, al mismo tiempo, la economía estadounidense evité entrar en recesión. Consideramos que estas expectativas de un aterrizaje “suave” o “perfecto” pueden revertirse; y, además, otras economías del mundo exhibirán más fragilidad. Por lo tanto, no descartamos que próximamente se observen episodios de aversión al riesgo global en mercados financieros, que usualmente afectan a monedas emergentes.

En segunda instancia, en línea con lo mencionado arriba, prevemos que el Fed baje las tasas a un menor ritmo que Banxico. Así, el diferencial de tasas pasaría de los 575 pb. a entre 450 y 500 pb. al final de 2024, restando atractivo al peso mexicano.

En tercer lugar, el proceso electoral en México y, principalmente, los EE. UU. produciría un entorno de volatilidad adicional.