"Las grandes deudas son un privilegio de las riquezas"
— Georges Duhamel

CON EFECTOS FUNDAMENTALES
Hoy comienza el Mundial de Futbol en Brasil en medio de constantes y crecientes amenazas de manifestaciones sociales cuyas consecuencias dará mucho que pensar a inversionistas internacionales quienes hasta hace poco consideraban a Brasil “La Joya” de los mercados emergentes y quienes escucharon en días pasado decir al ex presidente brasileño Lula da Silva que “todos los indicadores mexicanos son peores a los de Brasil”, dijo “que lo que hace el gobierno mexicano en materia energética sucedió en su país hace 20 años”, en un seminario organizado por el diario español (El País) en Porto Alegre. Recuerde, la mayor parte los recursos hacia nuestro mercado accionario provienen de inversionistas internacionales que se especializan en Mercado Emergentes. En el índice de referencia MSCI para construir estrategias regionales, Brasil tiene un peso del 12.11%, siendo el tercero después de China y Taiwán y a México con 5.67%. Esta nota recuerda información sobre el contexto actual del “evento deportivo individual más importante del mundo” cuya última edición fue vista por 3,000 millones de personas en todo el mundo. Brasil es un gigante con 200 millones de personas, bendecido por la naturaleza con gran riqueza. Según fuentes oficiales, los aciertos de la administración de Lula Da Silva propició que 30 millones de personas dejaran de ser pobres y, desde 2003, 40 millones se incorporaron a la clase media.

DETRÁS DE LAS MANIFESTACIONES
Los pobres llegados a la nueva clase media han tomado conciencia de su salto a la esfera del consumo y ahora exigen servicios públicos de primer mundo, que no lo son; quieren escuelas que además de permitir ingreso enseñen con calidad; quieren una universidad no politizada, ideologizada o burocrática. Quieren que los prepare para el trabajo futuro. Quieren hospitales con dignidad, sin meses de espera, sin colas inhumanas y mejor trato. Quieren que no mueran 25 recién nacidos en 15 días en un hospital de Belem, en el Estado de Pará. Y quieren, dicho por ellos mismos, políticos con menor carga de corrupción que puedan ir a la cárcel si lo merecen; menos despilfarro en obras que consideran inútiles cuando aún faltan viviendas para ocho millones de familias; quieren una justicia con menor impunidad; quieren menos diferencias sociales.

DETRÁS DE LAS MANIFESTACIONES
“Dios es brasileño”, le gustaba repetir a Lula, y a la gente le parecía gracioso mientras duró su administración. Sin menospreciar su liderazgo, lo cierto es que a Lula le tocó también la bonanza de las materias primas, la expansión mundial de la liquidez hacia los mercados emergentes, y que la locomotora China ayudara a su crecimiento. Su sucesora, Dilma Rousseff, sigue las mismas políticas sociales, pero el escenario es el que ha cambiado: a ella le ha tocado la etapa post-recesiva en el mundo, el estancamiento europeo, el desplome de los precios de las materias primas, el repliegue de la liquidez y la desaceleración en China. El primer tiempo favoreció a Brasil, la mesa esta puesta para que en el segundo tiempo la ventaja sea para México (reformas, socios comerciales, mayor gasto gubernamental, etc.) y nuestra Bolsa ¡Vamos México, vamos todos!

MÁS DATOS

El segundo mundial que organiza Brasil, será el más caro por sus $11,000 mdd destinados a la organización (se dice que el gasto en realidad alcanzó ya cerca de $16,500 mdd.) Aunque Brasil no creó el deporte del balón, ha creado mitos y ha firmado páginas memorables (Pelé, Romario, Ronaldo, Maracaná, Botafogo, Cruceiro,  Vasco de Gama, Flamengo, Palmeiras, Corinthians, etc.). La selección de Brasil es un icono universal del deporte. Todo esto hace más alarmante el contexto de las protestas y manifestaciones sociales.  Es como organizarle una gran fiesta a un niño y de todos modos se porta mal y aprovecha la fiesta para reclamar aún más (el castigo para el niño será severo).

«Menos fútbol y más inversión», «Este Gobierno pretende hacer creer que Brasil es solo alegría y carnaval, pero no es así. Somos un país muy desigual», es el reclamo estos días de muchos jóvenes en Brasil. El alza en el precio de los transportes fue la chispa que detonó una acumulación de inconformidades. La pasada Copa Confederaciones fue un ensayo para lo deportivo, pero también un aviso en lo social. Hasta 80 comunidades en Brasil registraron manifestaciones de protesta durante la celebración del torneo, movilizaciones que según cálculos oficiales reunieron a más de dos millones de personas, y en tres grandes ciudades como Río de Janeiro, Salvador de Bahía y Brasilia (las tres sedes del Mundial) se produjeron enfrentamientos entre las fuerzas de orden público y los manifestantes. En el caso de Río el conflicto derivó en cortes de avenidas que aislaron barrios y exigió del despliegue de la policía militar.

“Las rutas, los puertos, los aeropuertos y la infraestructura energética deben modernizarse, con urgencia», señaló Emilio J. Cárdenas, ex -embajador argentino ante la ONU. Otro tema: El estado más poblado, Sao Paulo, atraviesa una importante crisis de agua por los bajos niveles que presenta el sistema de distribución al tiempo que crecen las sospechas de corrupción y escándalos de obras inacabadas. A finales de febrero pasado, la policía se empleó a fondo en Sao Paulo ante los dos millares de personas que, convocados vía redes sociales por el grupo anarquista Black Bloc. No todas las protestas han sido violentas. Ni todos los protestantes, unos desconocidos. Romario, uno de los futbolistas más laureados de Brasil y actualmente político, se muestra muy crítico con la organización y con la federación internacional de fútbol: «El presidente de Brasil ahora se llama FIFA».

El escaparate al mundo puede ser un arma de doble filo para el gobierno de la presidenta Dilma Rousseff, heredera de los planes organizativos de Lula da Silva, quien también conoce de la amenaza de la policía federal de llevar adelante una huelga durante el Mundial si no alcanza un acuerdo con el gobierno. Y en octubre, elecciones presidenciales.