• Noticia: La inflación de México correspondiente a julio de 2020 creció 3.62% a tasa anual, por encima del 3.59% estimado por GFB×+ y en línea con el 3.62% esperado por el consenso de analistas. El índice subyacente* se ubicó en 3.85%, apenas superando nuestra proyección de 3.83%.
  • Relevante: La inflación anual se acelera por tercer mes y alcanza su mayor variación desde marzo. Sus dos componentes se presionaron: el no subyacente, por la recuperación en precios de energéticos; el subyacente, tocó máximos en más de un año y sigue mostrando divergencias al interior (alza en mercancías, desaceleración en servicios). El Inegi ajustó el levantamiento de precios a causa de la pandemia en los últimos meses.
  • Implicación: La contracción en la actividad económica y en la demanda compensan parte del efecto al alza sobre la inflación que tendrían la depreciación cambiaria, la interrupción en la oferta de bienes y servicios, y otros. Ante la incertidumbre sobre el desempeño de la inflación, la economía y las condiciones financieras, y considerando el nivel actual y esperado de las tasas de interés externas, prevemos que, con prudencia, Banxico anuncie en agosto una última reducción en la tasa objetivo, llevándola a 4.50%.

Inflación anual en máximos desde marzo

Desde abril, el Inegi ajustó el levantamiento de precios por la situación sanitaria, pudiendo inducir alteraciones en el dato. La inflación anual se aceleró por tercer mes y exhibió su mayor variación desde marzo. Gran parte de la aceleración sigue siendo explicada por el componente no subyacente, ante el efecto de la recuperación de los precios del petróleo sobre bienes energéticos, lo que más que compensa la menor presión en los agropecuarios, aunque estos todavía muestran variaciones elevadas. La inflación subyacente también sigue presionándose.

Subyacente sigue al alza y mantiene heterogeneidad

El subíndice tuvo su mayor variación anual en más de un año, pues el rubro de mercancías sigue presionándose, en especial las alimenticias. Posiblemente, esto se explica por problemas de abasto de algunas de ellas y los efectos de la depreciación cambiaria sobre otras, junto con cambios en patrones de consumo, en el contexto del confinamiento e incertidumbre económica, que induciría mayor preferencia por bienes básicos sobre aquellos bienes y servicios más discrecionales. El otro componente, los servicios, siguen moderándose ante la debilidad en la demanda y su alta sensibilidad a los efectos de las medidas sanitarias.

Productor se presiona en el margen

Con el alto nivel del tipo de cambio y la recuperación en los precios del petróleo, la inflación al productor pasó de 2.64% a 2.77% a/a. Por sectores, la industria se aceleró y los servicios se moderaron. Los servicios y mercancías para el consumo interno, no cambiaron contra junio (3.09% vs. 3.08% a/a), acotando parte del riesgo de futuros traspasos en los precios del productor al consumidor final.

Con riesgos mixtos para la inflación, tasa objetivo cerrará en 4.5%

Prevemos que la inflación general se mantenga dentro del rango de tolerancia de Banxico, cerrando el año en 3.40% a/a, pero reconocemos que el panorama es todavía altamente incierto. La magnitud de la contracción en la actividad económica y en la demanda pesa negativamente en los precios; sin embargo, ante los efectos de la depreciación del tipo de cambio y de la interrupción en la proveeduría de bienes y servicios, entre otros, la inflación subyacente se ha resistido a bajar, incluso algunos de sus componentes se han presionado al alza. Además, los precios de energéticos y productos agropecuarios podrían seguir exhibiendo una elevada volatilidad.

Por otro lado, las condiciones financieras se han suavizado parcialmente a nivel mundial, gracias al relajamiento de la postura monetaria de los principales Bancos Centrales, como la Fed y el BCE, cuyas tasas de interés asumimos que se mantendrán cercanas al 0.0%, al menos hasta 2022. No obstante ello, permanece el riesgo de nuevos episodios de estrés que pudieran comprometer la estabilidad financiera y acentuar el efecto traspaso del tipo de cambio sobre los precios al consumidor final, lo que dependerá de la evolución de la pandemia y de factores de índole doméstica (e.g. fragilidad en las finanzas públicas, bajas adicionales en la calificación crediticia).

Derivado de la elevada incertidumbre económica y de los riesgos mixtos para la inflación, y evitando afectar la estabilidad financiera local, prevemos que Banxico actuará con prudencia, por lo que la tasa objetivo cerraría el año en 4.50%.